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Por si la llegada de la Primavera no era suficientemente cursi por sí misma, a la Unesco se le ocurrió la feliz idea de declararla también Día Mundial de la Poesía, como si el pincel de Botticelli no la hubiese rimado ya suficientemente bien.

Lo dicho, que como era previsible, la primavera ya llegó. 

Mis sinceras condolencias para los alérgicos al polen, a los bichos y a la ñoñeria desmedida de los colores pastel.

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Puestos a ser cursis, para celebrarlo,

dejad que os susurre

 el Where is my man, de Ana Rossetti.